jueves, 13 de marzo de 2008

La lluvia


El olor de la tierra mojada será el de cientos de briznas empapadas,
astillas romas de sequedad, cortezas endurecidas de sol,
piedras y arcillas de mil formas y colores, pajuelas a millones
que en primavera acompañaron flores,
heroinas de la especie frente a la deshidratada tierra.

Gotas que empujarán a otras gotas,
nada quedará intacto a la dulzura líquida de las nubes,
todo esponjará, y cada grano de tierra se separará
para dejar pasar sus amigas transparentes
y hermanados festonear en verde la heterogenea podredumbre.

Al fin nubes regaladas, nunca sabremos por qué charcas:
generosas y umbrías fuentes norteñas, raquíticos charcos
testigos de pobreza infinita....,
permitieron, quizá por descuido, derramar su húmedo ámbar.

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